domingo, 16 de marzo de 2014

Acabarás por morder la manzana, si no de qué tengo yo esta mala fama.

Ahora que mi inspiración vuelve
No puedo evitar estar intranquila, deseosa...

Me levanto, abro la nevera, vuelvo a coger ese libro...
Y ahí está él. Por si no fuera poco el espacio que ocupa en mi cabeza.
El protagonista que dibuja Kundera, es él.

Un perfil de hombre maduro, que siempre ha protegido sus ideas  mejor inculcadas.
Hasta hoy, que acompañado de una adolescente
que siempre viste falda y gafas de pasta negras
Sólo quieren beberse el mar y pasar juntos cada noche.

Es culto, quizá demasiado, 
Y yo no puedo evitar imaginar un plan de secuestro, 
En terrazas al sol, con mucha cerveza
Escuchando sin parar ese autor tan extraño, del que nunca había oído hablar
Ni de ese músico y mucho menos del poema que le hace sangre,
Hasta que se nos vuelva a hacer de día.

Yo soy muy pequeña para él en todos los sentidos. 
No puedo más que abrir mis ojos y empaparme 
de lo que su bonita voz no deja de contar, siempre entre el humo de mil cigarrillos.

Porque identifico la pasión en sus ojos.
Sé que evita la sonrisa porque le gusta parecer triste.
Cierra los ojos y te coge la mano para hablarte durante horas en la cama.
Siempre acepta una última cerveza en cualquier banco de la ciudad.
Amanece con un poema y una canción a los que da vueltas hasta desgastarlos.
Tiene unas manos grandes, pero todavía más sensibles cuando recorren mi espalda.
Siempre es acompañante, segundo o público, nunca protagonista.

Pero repito, soy muy pequeña y él ya no se fija en mí
Aunque le vuelvan loco mis faldas y las gafas de pasta.
Y si, ahora me da miedo avanzar con el libro
por advertir algo que ya esté pasando o por leer algo y parecer que ocurra.