lunes, 18 de febrero de 2013

El tiempo juega en contra


A cada minuto que pasa desaparece esa colonia, que no es la mía
Pero que sube desde mi cuello.

Se borra la sonrisa tonta.

Los recuerdos sin sentido se desvanecen.

Me olvido del brazo que me arropaba esta noche.

Guardo la última mirada muda y el ruido de la puerta al cerrar.

Aparece el cansancio de no dormir y las agujetas en todo el cuerpo.

El desagüe se lleva el olor a tabaco en mi pelo y en mi ropa.

Todo deja de ser único y toma color de rutina.

Llega esa nada, a la que me he hecho adicta.

Hay domingos que no deberían terminar.