jueves, 20 de septiembre de 2012

Un miércoles cualquiera

Hace un mes cerraron la agencia de publicidad y marketing donde trabajaba.
Fuí afortunada, en unos días me llamaron de una tienda cualquiera.
Ahí estoy, con la vuelta al cole, niños y padres simpáticos, consentidos,  estúpidos...
De todo tiene que haber, yo suelo adaptarme rápido.

En todo esto, había un par de zapatillas de deporte que a muchos gustaban.
Blancos, coloreados de un verde muy bonito en el logo de su marca.
Incluso a mí me gustaban.
Nunca encontrábamos en el almacén su referencia, ni compañeros de otros números.

Pero hoy, hoy que ha sido un miércoles horrible, ha aparecido un niño solo.
Serían las 4 de la tarde, para un centro comercial no es la hora de mayor auge.
No había matrimonios ni niños chillando por los pasillos.
Nosotras colocábamos todo en sus estanterías.

Este niño no tendría más de doce años, camiseta blanca y se dirigía al calzado.
Su entrada ya llamó mi atención, pero no fui a atenderle, tenía cara de saber lo que quería.
Estuvo rato observando los zapatos y yo a él. Ojos redondos y pecas en los mofletes.

A los pocos minutos vino a mi, con la zapatilla sin caja, compañeros, ni referencia. Eran su número.
Me eligió a mi, yo que tenía una intriga rara con esa zapatilla, ente todas las dependientas.
Sinceramente, muchas veces he dicho que era un par suelto o que estaba agotado.
Pero hoy he entrado a buscarlo sin dudar. Como siempre por su orden, marca y modelo.

Y nunca aparece. ¡Pues no! una caja negra, en la esquina más alta llamaba mi atención.
Nunca la había visto.
Ahí estaba, sé que parece un cuento o imaginación pero no.

He salido tan contenta del almacén que he agarrado del hombro al niño
Y le he preguntado si creía en el destino, él me ha mirado con cara de: estás loca
Le he contado la cantidad de niños que habían querido ese zapato pero que hasta hoy no había aparecido su "pareja".
Él sonreía sin saber que decir, mientras yo le echaba más leña, diciendo que estaban destinados a ser suyos y de ningún otro.

No era un niño consentido ni estúpido, al contrario, con una gran educación y simpático.
Yo miraba a través del cristal por si algún responsable le esperaba fuera, pero no.

El destino está escrito. las casualidades no existen.
Solo hay que tener claro lo que se quiere y lo que no.