sábado, 15 de febrero de 2014

Y él ni me ha mirado

Hace unas semanas escribía sin parar
Al salir de la cama, incluso antes de ir a por café.
Me sentaba y cogía mi bolígrafo verde.
Pensé en mandarle todos y cada uno de esos folios.
Me gustaba la idea del correo postal, 
De mensajes en botellas que cruzaran el mar.

Pero acabé haciendo de ellos, barquitos, conmigo en la bañera,
jugando con la espuma, mientras pensaba en él.

Lo que también pensé en mandarle, fue a él a la mierda.
Y no es porque suene gracioso, es porque lo estoy haciendo.
De los pies a la cintura está metido dentro de un cubo de basura
que él solito ha llenado y que a mi me ha salpicado.
Pero no puedo ni quiero seguir manchándome.
Porque sí, yo tengo mi propio cubo también.

Que yo paso página y cierro libro. Acepto y asumo.
Pero que tengo miedo de ver que se vuelve a equivocar
Y que no es conmigo...después de todo...después de tanto.
Pues antes de nada, lo único importante ahora es dedicarse tiempo a él.

Créedme si digo que sé y entiendo lo que está haciendo.
Lo necesario y vital que es para él. Sé todo lo que le está aportando.
Cuánto está creciendo y valorando desde el más mínimo detalle
Hasta la más grande de las soledades.
Y lo poco que importo yo en todo eso, también lo sé.

Porque además de insegura, soy muchas cosas más
y de eso debió darse cuenta él y no contarlo yo aquí.
Que a ver quién le entiende como yo, con tanta precisión
y  tan poca correspondencia .

No volverás a verme
Pero me vas a oír.
 Que mi amor vale más.
Que me largo de aquí.